viernes, 30 de agosto de 2013

Primer Seguimiento de la Evaluación de Impacto del Piloto del Programa de Promoción de Cultura del Ahorro

Director del proyecto

Jairo Núñez Méndez

Equipo de trabajo

Natalia Salazar – Experta en Microfinanzas
Carlos Castañeda – Experto Cuantitativo
Guillermo Rivas – Experto Cuantitativo
Laura Cuesta – Asesora Externa Cualitativa
Jairo Castillo – Investigador

Resumen  ejecutivo:

A partir del año 2006 el Gobierno Nacional puso en marcha la Red Juntos (hoy Red Unidos) con el objetivo de articular las diferentes políticas públicas de lucha contra la pobreza extrema. Dentro de las nueve estrategias en las que se estructuró esta Red, se encuentra el aseguramiento y la bancarización (Documento Conpes 102 de 2006) como uno de los ejes principales. Esta estrategia, sumada a la ampliación del programa de transferencias monetarias condicionadas de Familias en Acción a nivel urbano, ayudaron a crear un mecanismo para el acceso de las familias beneficiarias al sistema financiero formal, pues se dispuso que éstas recibieran los recursos a través de una cuenta en el Banco Agrario. Un elemento fundamental en el marco de esta estrategia fue la expedición del Decreto 3078 de 2006, con el que se creó el Programa de Inversión Banca de las Oportunidades, administrado por el Banco de Comercio Exterior de Colombia S.A. (Bancoldex).

Siguiendo esta línea de atención integral, desde 2009 se implementó el Programa Piloto de Promoción de la Cultura del Ahorro (PPCA) con el fin de profundizar el proceso de bancarización e inclusión financiera, al tiempo que se articula como un mecanismo adicional para la lucha contra la pobreza extrema. Este piloto se diseñó con dos componentes: por un lado, la educación financiera buscaba que las madres adquirieran conocimientos básicos relacionados con el ahorro, con el ánimo de generar un cambio en el comportamiento de las familias sobre el mismo; y por otro, el incentivo monetario, que consistía en un sorteo entre las beneficiarias con cuenta del Banco Agrario abierta y activa. Los objetivos del PPCA eran (i) incrementar el ahorro de las familias participantes, (ii) facilitar transacciones financieras a través de medios seguros y eficientes, (iii) transformar parte del ahorro no formal en ahorro financiero realizado a través de canales formales, y (iv) contribuir a la reducción de la pobreza facilitando la conformación de “colchones” que permiten contrarrestar choques no anticipados y suavizar el consumo del hogar. De este modo, los municipios que participaron en el piloto de este programa se trataron con solo educación financiera (Timaná, El Zulia y Ayapel), con solo incentivo monetario (Yacuanquer, Samaná y San Andrés de Sotavento) o con ambos tratamientos (Gigante, Puerto López y Necoclí). Del mismo modo, también se incluyeron tres municipios de control (Consacá, Tibú y Ciénaga de Oro). Desde el inicio del piloto se previó realizar la evaluación de impacto iniciando con la línea de base que se adelantó en 2010, y el presente estudio corresponde a la 1ª toma de información de seguimiento. Está prevista una 2ª toma en el segundo semestre 2013.

Para realizar el seguimiento al PPCA se emplearon métodos mixtos, en la medida que se analizó el programa tanto desde una perspectiva cualitativa como cuantitativa. El ejercicio cualitativo se basó en la información recolectada a través de siete grupos focales en algunos de los municipios intervenidos, y buscó describir las situaciones vividas por los participantes y los cambios experimentados por las familias beneficiadas a partir de las intervenciones del PPCA (educación financiera e incentivo monetario al ahorro) y cómo éstas han permitido la construcción de una realidad de cambio de las situaciones locales. A su vez, para una mejor comprensión de lo anterior, el ejercicio indagó por lo que estas familias entienden por ahorro, las principales motivaciones que tienen para ahorrar, la práctica de ahorrar, las diferentes formas de hacerlo y los vehículos utilizados para guardarlo. En el mismo sentido, el ejercicio buscó entender la percepción que tienen las madres beneficiarias de los diferentes componentes del PPCA, recoger su opinión sobre las entidades financieras formales, sus ventajas y desventajas frente a las alternativas informales e indagar sobre lo que podrían hacer entidades financieras formales para que las familias se vieran más motivadas a ahorrar en ellas. 

Por su parte, para el ejercicio cuantitativo se realizaron 1.605 encuestas a las mismas personas a las cuales se entrevistó en la línea de base (88,8% de la muestra inicial) en los 12 municipios; el modelo corrigió por endogeneidad, controló por las diferencias socioeconómicas entre los municipios de tratamiento y control y empleó un modelo Stereotype Logistic Regression (SLR) que realiza una reparametrización del modelo multinomial, la cual permite estimar consistentemente la probabilidad de pertenecer a alguno de los grupos de tratamiento o al grupo de comparación. Se llegó a esta especificación después de encontrar que algunos de los supuestos de los modelos que inicialmente se habían proyectado utilizar, no se podían verificar –o en algunos casos no eran válidos por cuanto la muestra no fue aleatoria por personas sino por municipios. En general, los resultados indican que hay un impacto positivo sobre el ahorro formal, la capacidad de ahorro, la cobertura de emergencias y fiestas con ahorro y el dinero guardado para gastos habituales, independientemente del tipo de tratamiento. Dado que estas variables capturan la suavización del consumo y la forma en que los hogares enfrentan choques, pareciera que en efecto el programa promueve una cultura del ahorro entre los hogares beneficiarios. Particularmente, con el estudio de los saldos del 100% de las cuentas bancarias de las madres participantes del programa se encuentra que en los hogares con ambos tratamientos y con educación financiera hay un impacto estadísticamente significativo, en contraste con los hogares que reciben solo incentivo monetario. 

A partir de estos resultados, el estudio concluye que el PPCA ha sido particularmente importante para suavizar el consumo de las familias en todos los municipios de tratamiento. Los hallazgos tanto cualitativos como cuantitativos indican que la acción conjunta de la educación financiera con el incentivo monetario es el tratamiento que mejores resultados genera sobre los hogares beneficiarios del PPCA; aunque el tratamiento educativo por sí solo también tiene efectos positivos sobre la cultura del ahorro. Ahora bien, para lograr que el componente de educación financiera tenga los efectos deseados sobre el ahorro que realizan las familias beneficiarias, se concluye que es necesario mejorar la calidad de la información que se provee a las madres en las sesiones de educación financiera, al tiempo que se involucran a los demás miembros del hogar en las mismas. 

En general, aunque la educación financiera es una buena política, el diseño de ésta merece una exploración mucho más profunda a través de grupos interdisciplinarios. Por último, la atención y acompañamiento que se realiza a las familias beneficiarias en términos de la información que éstas reciben sobre el funcionamiento general del programa resulta de suma importancia, especialmente de cara a una eventual expansión que pueda llegar a millones de hogares del programa Familias en Acción.

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